miércoles, 14 de abril de 2010

Libro BUSCANDO SU PASADO SAUCELLE EN LAS ARRIBES DEL DUERO

prólogo

Del conjunto de pensamientos que transitan encapsulados en forma de refranes y aforismos, en mi opinión merece ser destacado por su sabiduría concentrada en pocas palabras, aquel que señala que todo hombre que se precie debe, si su estado, situación y medios se lo permiten, tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro al menos en su vida.
Tener un hijo es ley de vida. El hombre nace y debe reproducirse, transmitir su sabiduría a sus sucesores, contribuir a que la especie humana siga evolucionando, para que algún día encuentre por fin su destino último y aprenda a vivir en total armonía consigo mismo y con el medio natural en que fue le ha tocado desenvolverse. Es un mandato divino,"creced y multiplicaros"; el amor entre parejas es una ley natural, así como una necesidad ya que el mundo debe seguir.
Plantar un árbol puede considerarse desde dos planteamiento distintos: Primero como un ejemplo de comportamiento a seguir porque cada vez está más claro que estamos destruyendo la vida sobre la Tierra y ésta es tan hermosa que tenemos la obligación de cuidarla a fin de que las generaciones venideras puedan disfrutarla al menos en las mismas condiciones en que nos entregada por nuestros mayores; y segundo, como necesidad, ya que la gente del medio rural vive del campo, de su naturaleza, de sus árboles, y por lo tanto hay que plantar y reforestar para mejorar su subsistencia y nivel de vida.
Y por último, escribir un libro porque yo creo que la experiencia conseguida a través de toda una vida es un conjunto de bienes morales y culturales acumulados, y constituye una herencia que de alguna manera todos estamos obligados a transmitir contando nuestras vivencias y nuestras emociones, para devolver a esta sociedad en la que vivimos una síntesis de nuestro pensamiento, que de otra forma se perdería definitivamente cuando finalice nuestra existencia.
Tengo dos hijos y he plantado árboles. Alguno se sonreirá al leer esto, pero ahí están mis almendros que nadie dudará que son árboles. Pero me faltaba escribir un libro (una monografía del pueblo en que nací) y aquí lo presento con todos sus defectos. Es una recopilación de datos, después de haber pasado muchas horas en archivos, bibliotecas y centros de estudios para poder exponer testimonios, curiosidades e historias de esta pequeña parcela que tanto he querido durante toda mi vida.
Tal vez resulte presuntuoso dedicar su obra a los demás, o quizás parezca preceptivo, pero no me resisto a hacer lo propio y dedicar este libro: A mi mujer, por su ayuda y comprensión, esperando que me siga queriendo como hasta ahora. A mis dos hijos, para que tengan siempre con sus padres el respeto, la ayuda y el cariño que me han demostrado.
A mi familia, amigos y paisanos de ese querido rincón, Saucelle, para que piensen en sus raíces y siempre nos ayudemos, aumentando así nuestro cariño y amistad.
Y por último, a todos los que han sido generosos conmigo, aguantando mis preguntas, dándome consejos y datos de sus recuerdos y trabajos; a todos ellos mi sincero agradecimiento, pero en particular a D.Victor, Ricardo Quiros, Justo, Eduardo, Belén Coloma, Néstor, Vicente Sierra, Laureano, José Rengel, Santiago, Alejandrina, Pepi y Fátima, así como al Excmo. Ayuntamiento y su personal por cederme sus archivos y algunas fotografías que complementan este trabajo, así como a D. Joaquín, del Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo, por su amabilidad, y al Archivo Histórico Nacional, por su atención.


Madrid, 20 de mayo del 2003
José Herrero